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Subida a las Angustias y

La Cruz del Diablo

 

 

 

 

 

 

 

En esta ruta que continua el Paseo por el río Júcar. Subiremos a la Plaza Mayor de Cuenca pasando por la ermita de la Virgen de las Angustias. Deberemos partir del Recreo Peral y subir la cuesta que encontraremos a nuestra derecha. Si miramos a la izquierda veremos el precioso paisaje de la hoz del Júcar y también, si alzamos la mirada, podremos ver entre las rocas unos ojos dibujados. No se sabe quién fue el primero en dibujarlos aprovechando la forma de la roca, pero de vez en cuando los alumnos de bellas artes los repintan para que no se borre esta mirada que se ha convertido ya en un símbolo reconocible por todos los conquenses.

Al final de la empinada cuesta encontraremos unas escaleras a la derecha que nos llevará a la plaza donde se encuentra la ermita de la Virgen de las Angustias. La ermita fue construida en el siglo XIV, pero en el siglo XVII se construyó la iglesia como está actualmente y que fue ampliada en el S. XVIII, con un proyecto de José Martín Aldehuela. En la plaza donde se encuentra este santuario también podemos ver una fuente que, según dicen los conquenses, el beber de sus aguas aumenta las probabilidades de encontrar pareja. Al salir de esta placetuela y antes de atravesar el arco excavado entre las rocas, a nuestra derecha podemos encontrar una cruz famosa por su leyenda, la Cruz del Diablo.

La Cruz del diablo 

La historia sobre esta cruz es bastante oscura y extensa, así que estar lo más atentos posibles. La leyenda empieza con el hijo de un señor importante de la villa, un muchacho bastante don Juan que enamoraba a todas las mozas del pueblo. No dejaba una sin probar y se cogió la fama de mentiroso y bravucón, estropeando el buen nombre de su padre, pues el muchacho las seducía y después del acto sexual las dejaba plantadas. Un día llega a la villa una mujer extranjera muy guapa y el muchacho quedó prendado de su belleza. Los jóvenes salían a su encuentro simplemente todos los días para saludarla y una mañana el muchacho decidió lanzarse y presentarse. Ella le respondió: “Me llamo Diana”.

El muchacho iba presumiendo por toda la villa de haber hablado con la bella mujer, pero ella que no era tonta y conocía sus intenciones le daba siempre largas. Sin embargo, el muchacho se quedó prendado de ella y siguió insistiendo día tras día. Una mañana, en la víspera de Todos los Santos, Diana le hizo llegar una carta y el joven la leyó sorprendido: “Te espero en la puerta de las Angustias. Seré tuya en la Noche de los Difuntos”. Por fin iba a ser suya. El muchacho se arregló todo lo que puso esa noche, su corazón latía a todo ritmo y, aunque en la calle se vislumbraba una tormenta, él debía estar a la hora prevista en la ermita.

Cuando llegó al lugar la vio, estaba allí sentada con sus ropajes y se abalanzó sobre ella. Los truenas y relámpagos se podían ver y escuchar por toda la ciudad, pero ellos estaban tan concentrados en sus besos y caricias que ni se inmutaron de la lluvia. El muchacho fue levantándole la falda lentamente con su mano y ella le ayudaba con la suya. Todo iba perfectamente en la oscuridad de la noche. Sin embargo, de repente un rayo de luz ilumino el lugar y el muchacho pudo ver que debajo de esa falda no se encontraban unas piernas normales de una persona, sino unas pezuñas y unas piernas de un macho cabría. Diana era el mismísimo Diablo.

El muchacho salió corriendo aterrorizado, escuchaba las risas desgarradoras del Diablo entre las paredes del santuario. Cuando este estaba a punto de pillarle se abrazó a la cruz del santuario y el Diablo le propino un zarpazo a la vez que un rayo de luz cegadora iluminó todo el lugar. Cuando el muchacho abrió los ojos el zarpazo le había rozado el hombro y había dejado una marca en la piedra, todavía humeante. Se dice que el chico ingresó en el santuario de las Angustias y nunca más volvió a ver la luz del día.

“Como todos los grandes viajeros, he visto más de lo que puedo recordar, y recuerdo más que lo que he visto” – 

                                   Benjamin Disraeli

Másica de ambiente "Medieval"

Si deseas que tanto tus ojos como tus odios se sientan completamente sumergidos en esta experiencia dale al PLAY, recuerda pausarlo al terminar la ruta

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Subidas de las Angustias

hacia la Plaza Mayor

Un viaje fotográfico

© 2016 por Ricardo Guijarro. 

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